Llegué muy cansado de la manifestación, me ardian los pies de correr delante de la policía, me dolía el hombro de una caída y las manos las tenia cubiertas de pequeños cortes hechos cuando me subí encima de un furgón de la policía. Vamos, estaba hecho un asco, un autentico asco, pero entonces tocó ella a la puerta y se me olvidó todo el dolor que recorría las terminaciones nerviosas de mi cuerpo. No tardamos en hacerlo. Luego nos fuimos a Sol.
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