Y finalmente llegó el acontecimiento deportivo del año en EEUU. La Superbowl no defraudó a los presentes con su fórmula habitual, centrada principalmente en el espectáculo a base de desparramar pasta por un tubo. Esta mañana la radio daba las mareantes cifras que envuelven este evento: millones de dólares en montajes, millones por las actuaciones (y todo para que después de Beyoncé se corte la luz) millones de alitas de pollo suministradas, millones por cada anuncio que se emite. Millones de millones de todo. Y de toda esta parafernalia excesiva, a mí, que paso del fútbol americano, solo me interesa una cosa: las animadoras con sus vestiditos ajustados y a ras de coño. En esto es en lo único que se escatima en la Superbowl, en las faldas de las chicas.

Cheerleaders y sus upskirts: la savia de la Superbowl

Bueno, he de reconocer, que algún anuncio de la Superbowl también me interesa. Sobre todo si sale Bar Refaeli. En este caso, las mentes retorcidas de los creativos publicitarios han ideado una situación en la que la guapa modelo convierte al estereotipo de nerd en la persona más afortunada del mundo. Y todo ello para anunciar los servicios de una empresa de hosting. Pero para mí el mensaje ha sido otro: ¿quién le iba a decir al chaval que el más que probable primer beso de su vida se lo iba a dar Bar Refaeli? Con lengua y todo.

Bar Refaeli besa al nerd más afortunado del mundo

Pero al final de la corrida –sin ánimo de ser literal- donde haya una cheerleader amateur dispuesta a quitarse las bragas delante de una cámara, que se quite la Superbowl y todo lo que la rodea: las fotos caseras como estas siguen ganando en encanto a las profesionales. ¿O qué opináis?

Animadora amateur: el encanto de una no profesional

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