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Deliciosa aventura erotica Thai

13-10-2010 - Publicado por admin

chica-thai.jpg

Las vacaciones se desarrollaron en Phuket, una isla de Tailandia, un lugar paradisíaco que nos sorprendió desde un primer momento a mi mujer y a mi, por la casi inexistencia de parejas, todo turismo eran hombres solteros, en busca de turismo sexual fácil, pues la ciudad es un autentico puti club, lleno de mujeres que ofrecen, sus servicios por las calles o en barras americanas abiertas a la calle, es bastante sorprendente y lo normal es ver europeos o australianos por medio de la calle agarrados a sus putitas sin recato ninguno, dándose magreos…

Vamos, a lo nuestro, nos alojamos en un complejo hotelero, con bungalows, piscina etc.., Un lugar precioso y paradisíaco, allí conocimos a un chico chileno, que se llamaba Miguel, con el cual por proximidad de idioma, establecimos rápido amistad, desayunábamos juntos, nos tomábamos nuestras cervezas en el bar de la piscina y nos reíamos. Mi mujer y yo al atardecer salíamos a darnos paseos por la ciudad y yo contemplaba no sin cierto placer, que incluso con la oferta de mujeres que había, todos los hombres se volvían a mirar a mi mujer con cara de lascivia y envidia, la verdad que con el calor que hacía, mi mujer iba bastante descubierta, con blusas abiertas, pantalón corto, siempre bien arreglada, y no provocativa adrede pues no le hace falta.

A punto de acabar las vacaciones de Miguel quedamos a cenar y tomar unas copas, durante la cena bebimos un excelente vino chileno que puso a mi mujer un poco más habladora de lo normal, hablando como era lo normal sobre la cantidad de oferta sexual que había allí, confesándonos Miguel que él se había acostado con varias chicas y que eran muy buenas en la cama.

Mi mujer dudaba porque las veía muy pequeñas y frágiles, total que después de cenar nos fuimos a ver uno de los muchos espectáculos de bailes eróticos, donde las mujeres hacían virguerías con el coño, desde fumar a lanzar pelotas de ping-pong, total entre las copas y los bailes yo veía a mi mujer como se iba calentando pues no dejaba de acariciarme la espalda y echar miradas furtivas a mi paquete que ya se encontraba en plena erección, desde allí nos fuimos a una discoteca, donde Miguel se enrolló con una chica thai de la que no recuerdo el nombre, se pusieron a bailar y más que bailar, parecía que follaban, imitándoles mi mujer y yo.

 

En un momento dado nos encontrábamos Miguel y yo en los extremos de un bocadillo con mi mujer con el culo pegado a Miguel y la chica thai rozándose conmigo, al rato aquello era una confusión de manos e incluso vi como Miguel le daba un lametón en la boca a mi mujer, dejándose ella en un principio, después Miguel se disculpó y mi mujer me dijo que nos fuésemos al hotel.

Cuando llegamos y comenzó a desnudarse, llevaba todas las bragas mojadas y entre el alcohol y la cachondez que llevábamos nos pusimos a magrearnos, diciéndome mi mujer que me la tenía que follar por todas las partes a ver si se le pasaba el calentón, en esas estábamos cuando de repente llamaron a la puerta, yo me levanté y fui abrir en albornoz, encontrándome a Miguel y a la chica thai Miguel me preguntó que si se podían unir a la fiesta, cosa que me pilló tan de improviso que le dije que no, que mi mujer podía enfadarse, diciendo éste que no había problema.

Cuando entré en la habitación mi mujer estaba acariciándose el clítoris y me preguntó que quién era a esas horas, yo le expliqué lo que había pasado y hay llegó mi primera sorpresa, ella me dijo, pues no me importaría, una vez al año no hace daño, total que no tardé nada en asomarme a la puerta y llamar a Miguel que estaba a punto de entrar en su bungalow, a éste se le iluminó el rostro y tardaron nada y menos en estar al lado nuestro totalmente desnudos, le dije a Miguel, que nos íbamos a dedicar los tres a mi mujer y nos pusimos manos a la obra,

Nosotros le comíamos las tetas, mientras la thai en pompa jugaba con su coño, la cosa empezó a ponerse bien y era un espectáculo ver a mi mujer con una polla a cada lado de su boca con los ojos cerrados y alternándose a chupar y a la thai hundida entre sus piernas, en un momento en que se demoró en la polla de Miguel yo me dirigí al trasero de la thai y se la enterré por el coño, que por cierto era una delicia, un canal estrecho y un cuerpo manejable y ahí es cuando llegó la segunda sorpresa de la noche, mi mujer abrió los ojos se quedó mirándome, se incorporó y se puso a gritarme, que qué estaba haciendo, si no tenía vergüenza de follarme a una puta en su presencia, claro, nos dejó helados, me llamó de todo mientras se ponía el camisón y yo la contesté si ella lo que estaba haciendo era chupar una piruleta, contestándome ella que no era lo mismo (cosas de mujeres), momento en el que cogió la puerta y salió corriendo.

Yo entre la sorpresa y lo que tardé en vestirme y salir detrás de ella no la encontré, el complejo era bastante grande y no la veía por ningún sitio y en la puerta me decían que no la habían visto salir, yo me temía lo peor y me dirigía al bungalow para pedir ayuda a Miguel para buscarla, cuando se me ocurrió mirar por la ventana del único bungalow que había con luz y ahí llegó mi tercera sorpresa, mi mujer estaba con dos chicos (después supimos que eran australianos), de veintitantos años, con una polla en la boca y otra de un tamaño considerable en la mano, los muchachos se miraban como si les hubiera caído el gordo de la lotería y no era para menos, probé a abrir la puerta y entré, ella se dio la vuelta me miró y me dijo” esto es lo que querías hacer tú, pues ahora ya sabes mira y jódete o únete”

Los chicos me miraban sin comprender nada y a mí en ese momento si me dio un pequeño ataque de cuernos, pero me dije” de perdidos al río” y me fui a llamar a Miguel que se encontraba también preocupado, le conté lo que pasaba y me dijo que fuésemos todos a disfrutar, cogí un tubo de vaselina que siempre llevamos y me preparé a disfrutar a lo salvaje.

Cuando llegamos mi mujer se encontraba cabalgando al más delgadito y dándole lengüetazos al de la polla enorme, que en cuanto vio a la chica thai la trajo para sí y se dispuso a penetrarla, mientras tanto yo empecé a lamerle el culo a mi esposa y ella relajó sus movimientos, le unté el ano con vaselina y sin dificultad logré meterle dos dedos, notando a través de la pared vaginal a la polla del australiano ella se daba la vuelta y me miraba con cara de vicio, aquello no era un peli porno pero se le parecía mucho, me dispuse a penetrarla por el culo, no sin cierta dificultad y disfruté de una de las mejores corridas de mi vida.

Fue un conjunto de sensaciones, ver la cara de mi mujer vuelta hacía mí, con los ojos llenos de lujuria, a la chica thai clavada en la verga del australiano, imaginaos un pollón de al menos 25 cm, atravesando a una chica de 1’50 como mucho, se encontraba suspendida y Miguel, aprovechaba y tenía su polla en la boca, daba la imagen de estar ensartada por los dos lados.

Todo eso produjo una sensación en mí, que no tardé ni un minuto en correrme, fue como una descarga eléctrica, que inundó el culo de mi mujer de leche y a mí me hizo poner los ojos en blanco, los orgasmos de mi mujer eran continuos y cuando yo me salí, a Miguel le faltó tiempo, para ocupar mi lugar.

La corrida no calmó la calentura y al rato ya estaba empalmado, aquello fue como si nos inyectasen lujuria, se corría uno y otro pasaba a ocupar el lugar para dar caña a una de las dos, costó un poco desvirgar el culo de la chica thai, incluso con la vaselina, pero fue una gozada, de eso me encargué yo mientras uno de los australianos le tapaba la boca con la polla y mi mujer la consolaba, pero conseguimos hasta hacerle una doble penetración y mi mujer probó todas las pollas en todas las posiciones, excepto la del animal por el culo, pero si que le dejó que la embistiese a cuatro patas, también era digno de ver.

Estuvimos alrededor de 5 horas follando y cuando todo acabó, todos teníamos cara de felicidad, menos mi muje, que se le estaban pasando los efectos de la borrachera, la chica thai se llevó 100 dólares que le dio Miguel y estaba contentísima, lo único es que andaba con dificultad.

Nosotros esa misma mañana recogimos las cosas y nos fuimos a otro hotel al otro lado de la isla y mi mujer me ha prohibido hablar de esto ni con ella ni con nadie, porque según ella fue culpa mía, porque no supe parar a tiempo, ni que ella no hubiera gozado como una marrana.

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